jueves, 23 de diciembre de 2010

Le cogeremos cuando vuelva.......no va a volver

La película "Le llaman Bodhi" puede quedarse en una simple historia medio boba de balas, surferos, paisajes exóticos y deportes semi extremos, pero la presencia de Swayze y Reeves, como Bodhi y Utah, respectivamente, la convierte en algo mas, una película cool.

Bodhi es un surfero adicto a la adrenalina que atrae a su alrededor una caterva de jóvenes que le hacen la corte en busca de diversión a base de testosterona, sol, playa, tías buenas, fiestorras en casas enormes donde todo es de todos y todos son de todos, hogueras en la arena, partidos de fútbol americano nocturnos a la luz de jeeps....es la cumbre de lo cool, no vale guay ni molón ni ningún otro adjetivo.
Bodhi es cool, el que mola es él y los demás son muertos vivientes, quien lo ve, de mayor quiere ser como él.

Aunque no se menciona en ningún momento las edades de ninguno de los personajes, está claro que la intención es que Bodhi sea década y media, al menos, mayor que la pandilla que lo rodea. Como curiosidad hay que decir que Swayze tenía 39 años cuando se rodó el film, y es la edad perfecta para Bodhi.
Todos los veinteañeros que lo rodean, y que podrían estar pensando que lo del surf, las hogueritas y las fiestuquis es una fase pasajera para veranos y fines de semana, fase que se les acabará pasando en cuanto papá corte la paga y mamá llame a cenar, tienen un atrayente ejemplo de cómo la fiesta puede durar toda la vida.
Grommet uno de sus acólitos guay, que no cool, resume lo que la ex guay del cool Bodhi, Tyler, define como “esa mierda banzai que predica”:

- “No voy a vivir para llegar a los treinta”.

Yihaaaaaaaaaaa, uhuuuuuuuuuuuu, yiiiiiiiiiiiiiiii!!!!

Pues Bodhi lo ha hecho, ha encontrado la manera de alargar el orgasmo, y la gente se le pega, preguntándole como lo hace.

Cuando la banda de Bodhi se tira en paracaídas arrastrando con ellos al agente Johnny Utah, nuestro querido Keanu Reeves, no es difícil que te entren unas ganas tremendas de ponerte a buscar por internet agencias de deportes extremos con las que darse un homenaje similar, tras sentirse como un idiota por no haber probado nunca a hacerlo, aunque sea sin haber robado unos cuantos bancos antes.
Ese tipo de sentimiento que provoca pensamientos de, quién pudiera ser así y disfrutar de estas cosas,  es lo cool.
Luego lees que ninguno de los tres protagonistas sabía surfear (Swayze había subido a una tabla un par de veces, Reeves nunca, a pesar de ser hawaiano, y Petty, la novia guay, nunca se había metido siquiera en el mar) y que Swayze saltó 55 veces en paracaídas para la filmación.
Entran ganas de dejarlo todo y lanzarse a la vida cool, ¡yihhhhhhhhhhhhhhhhhh!!!!

Sin embargo, dentro del círculo de iniciados de Bodhi hay un círculo aún más exclusivo, y “aristocrático”, que es el de los que están dispuestos a hacer algo drástico para alargar ese estilo de vida, asaltar bancos para pagarse los viajes alrededor del mundo en pos del verano eterno, donde éste vaya yendo, y añadir además otra fuente de adrenalina, ésta no de quita y pon. Esto va en serio, y como no pilles la ola bien, te vas a la cárcel, y se acabó el verano, y el otoño, y la primavera y todo.
El papel de Bodhi aquí es el de reconocer quién puede llevar ese gen extremo dentro y explotarlo. Así se ha hecho su banda.

La filosofía de Bodhi es mantener vivo una especie de espíritu humano primigenio y atávico basado en la excitación permanente, espíritu que está quedando arruinado por toda esa gente metida en sus ataúdes de metal, en el atasco de tráfico de cada mañana camino del trabajo.
El hecho de que la banda se llame "de los ex presidentes", usando máscaras de Reagan, Carter, Johnson y Nixon, no es casual, es una rebeldía contra los políticos, pero que no va más allá, los bancos en cambio son fuente de dinero, son parte del status quo y los atracos reflejan la ideología inconformista, aunque limitada, de Bodhi, cuya contestación no se dirige a querer mejorar la sociedad, sino a buscar una forma de alimentar su hedonismo, burlándose brevemente de su enemigo ideológico, y luego saliendo por piernas, a la vez que disfruta de sus beneficios, en forma de dinero, viajes y tecnología.
La admiración que despierta Bodhi está muy lejos de ser la de Gandhi o incluso Robin Hood.

No obstante, esta banda no está a su altura, ni mucho menos, ninguno de sus componentes, tres surferos y un matarife de cuchillo fácil, parecen demasiado interesados en filosofías, y cuando las cosas se empiezan a torcer, se convierten en marionetas en manos del gurú.
El principio del fin de Bodhi viene por no darse cuenta de lo lejos que está yendo, y de ignorar que no lleva compañeros de viaje adecuados.

El agente Johnny Utah sí que tiene este gen, y Bodhi se lo encuentra enseguida. Utah, obviamente, sigue a Bodhi sin chistar, ya que está buscando infiltrarse entre la tribu de surferos para descubrir cuáles de ellos están robando los bancos, pero su experiencia va más allá del encontrar un simple disfraz. Utah disfruta de todos los elementos de la vida surfera, como la actividad física, el sexo y las noches sin dormir, pero a ello añade su propia capa de adrenalina extra, la incertidumbre, el conseguir engañar a un montón de personas, el riesgo de ser descubierto, el vivir una doble vida, el aprender a dominar a la naturaleza, en forma de las olas y la tabla de surf, e incluso el ligar a base de mentiras.
Bodhi reconoce a Johnny como antigua estrella de fútbol americano universitario, y por una gloriosa noche, Johnny vuelve a estar bajo unos focos nocturnos lanzando pases, tirando blocajes y marcando tachdauns, revive sus sueños de juventud, la carrera deportiva que no pudo tener, y la excitación de ser admirado por sus proezas deportivas.
Los guays van a criticar a Utah una dura entrada a Bodhi y es cuando este lo reconoce y  los demás entonces se dan cuenta de quien es y ya son todos super colegas, ¡yihaaaaaaaaaa!!!!!



Mientras que para el grupo de surferos la cosa acaba al salir del mar, Johnny vive un chute permanente, piensa que Bodhi es la caña y pasa de surfear en plena noche a acostarse con Tyler en la playa a irse a toda prisa a una redada a la mañana siguiente y luego a aguantar la bronca del jefe, casi llega a ser cool.

Bodhi lo que busca es ser el centro de atención, ser admirado, incluso idolatrado, que es una de sus drogas.

El final muestra hasta qué punto a Johnny se le ha metido la droga de Bodhi en el cuerpo, lo ha perseguido por medio mundo, sin dejar de surfear.
Sabía dónde iba a acabar su viaje, porque Bodhi ya le había dicho dónde estaría ese otoño, en la playa que la apocalíptica tormenta, que es cíclica cada 50 años y que:

- Creará la ola mas grande que se haya visto jamás, y yo estaré allí.



Johnny miente a la policía australiana y no detiene a Bodhi, dejándolo que se mate de la forma que siempre quiso, terminando sus días siguiendo su propio código:

- Hay rocas a ambos lados, no me voy a ir remando hasta Nueva Zelanda.



Y aún terminamos pensando que quizá el cool Bodhi encontrará una forma de librarse, o mejor no, porque ¿cómo va a encontrar una manera mejor de cerrar su leyenda?.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Búsqueda mikimista