Pues aquí que vamos en el Icarus II en un viaje sideral camino hacia el Sol y al doctor Searle, a 58 millones de kilómetros del Sol, pues no se le ocurre otra cosa que andar jugando con el filtro solar con la supercomputadora de la nave, Icarus claro, no podría tener otro nombre, una supercomputadora de estas con voz inquietante, tipo M.A.D.R.E. que te advierte pero hace lo que le dices o lo que te entiende.
Bien traído el nombre de la nave, Ícaro, el del antiguo mito griego que ascendió demasiado y el sol derritió la cera que mantenía unidas sus alas fabricadas con plumas y se la metió contra el mar. Una buena premonición para que la nave tenga en cuenta, ja, ja...
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