Esos militares birmanos pequeñajos, tirillas, con bigotito son malos pero malos malotes y no se les ocurrre mejor diversión que hacer correr a unos pobres campesinos, que sólo se diferencian de los militares en el traje mimeta, por unos campos de arroz que previamente han sembrado de minas.
Los mercernarios asisten impertérritos a la escena, por supuesto sin participar, los horroriza como juegan con los oprimidos campesinos, pero mejor no meterse no vaya a ser que salgan cagados.
Y justo antes de que nadie pueda moverse y de que el malvado pequeñajo tirilla con bigotito y traje mimeta vaya a matar a otro pequeñajo tirilla con bigotito pero sin traje mimeta, aparece Rambo que en un momento mata a los
malvados birmanos con las precisas flechas que dispara con su arco, seis certeros flechazos son suficientes para acabar con ellos.
Y aún le queda tiempo para apuntar y acojonar al líder de los mercenarios con una flecha dirigida a su ojo derecho y de paso soltar unos de esos discursos que no dejan lugar a la discusión.
Quienes nunca habéis luchado por nada no lo entenderéis. Quienes sí
lo habéis hecho y no tengáis prejuicios para pensar libremente, lo
entenderéis bien.
Filosofía pura de Rambo, que engloba mucho más allá que las propias palabras para quienes deseen descubrirla o vivirla en toda su dimensión.
Y que se pongan chulos, que se pone los guantes de boxeo y les deja peor que al eccemono
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