Al acabar la Segunda Guerra Mundial, en el año 1945, se puede decir que comienza, por no decir que ya había comenzado en plena guerra, el conflicto que mantuvo al mundo dividido en dos grandes zonas de influencia comandadas por las dos grandes superpotencias que salieron vencedoras, los Estados Unidos de América (EE.UU) y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (U.R.S.S.), durante casi toda la segunda parte del siglo XX.
Fue una guerra literalmente fría, en la que los dos principales enemigos no se enfrentaron nunca directamente, pero que si lo hacían a través de terceros en otros lugares del mundo, en cualquier parte, y mantuvieron esa tensión de enfrentamiento entre ellas que en realidad ninguna de las dos quería ya que supondría su propio aniquilamiento y el de practicamente toda la Tierra bajo una guerra nuclear global.
Ya nos lo contaron los Polansky y el ardor con el magnífico tema Ataque preventivo de la U.R.S.S., así vivíamos siempre en tensión por si acaso los malvados rojos lanzaban un ataque sorpresa y nos aniquilaban a todos, aunque está claro que ellos no se casaban con nadie, ni con la O.T.A.N. ni con el Pacto de Varsovia.
La Guerra Fría, aunque aún no lo sabíamos, estaba dando sus últimos coletazos a principios de los años ochenta, pero mientras tanto las superpotencias aún están inquietas y mantienen sus protocolos de defensa para el caso de que la otra inicie un ataque nuclear preventivo, qué grandes los Polansky.
El año 1983 era el inicio del apogeo del gobierno de Ronald Reagan, la obsoleta creación tecno-guerrera se volvió abstracta y mal ubicada amenazando a todo el mundo. Como suele ocurrir, los últimos estertores suelen ser los peores y las tensiones entre la Unión Sovietica y los
Estados Unidos estaban al orden del día y el mundo se preparaba para ser
testigo de una inevitable confrontación entre las potencias, que
afortunadamente nunca sucedió.
De todas formas la vida continúa con normalidad y Steve y Jerry acuden a su puesto de trabajo como siempre cuando les toca su turno. Son controladores de un silo nuclear y responsables últimos de pulsar el botón para activar los misiles intercontinentales e iniciar o responder a un ataque nuclear, nada preventivo.
En su trabajo están cuando de repente se disparan las alarmas, y si, ha llegado el momento de ejecutar su principal función, activar el lanzamiento de los misiles que responderán a un supuesto ataque nuclear ya iniciado por los malvados rojos comunistas.
Aquí surge un problema muy humano, Steve es más joven e impulsivo y está preparado y listo para girar la llave, pero su más experimentado compañero Jerry no está capacitado para asumir la responsabilidad de lo que podría suponer la muerte de millones de personas. Su cabeza da vueltas y suda pensando en lo que supone girar la llave junto a su compañero.
Aquí nos plantamos en el genial inicio de la película Juegos de Guerra.
El factor humano puede suponer un hecho positivo, o también negativo. ¿Hay que sacar al hombre de la ecuación nuclear y dejar en manos de los ordenadores decisiones que sólo deberían tomar los humanos?.
Podría ocurrir lo contrario.
En la realidad el 26 de septiembre de 1983 se produjo el famoso "Incidente del equinoccio de otoño",
una situación muy parecida a la que narra la película de Juegos de Guerra.
La U.R.S.S. detectó
como los EE.UU disparaban sobre ellos cinco misiles y la respuesta en estos
casos era devolver el fuego usando armas nucleares, pero la astucia del
teniente coronel Stanislav Petrov, militar a cargo del centro de mando
de la inteligencia militar soviética, evitó una guerra mundial,
consideró que era incongruente que los EE.UU iniciasen una guerra
lanzando tan solo cinco misiles, siendo todo un posible error informático,
decidió esperar y de esa forma demostró tener razón.
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