viernes, 9 de noviembre de 2012

Garra Jaguar

"Tene’ J-Yich’ak, u yaalen J-Tuunich Ka’an. Leti’e’ ts’oonaj te’ ts’u noj k’aaxa’ taanil ti’ teen. In k’aaba’e’ J-Yich’ak. J-ts’oonaalen. Le noj k’aaxa’ in tial. In paalal yaan u ts’oono’ weye’ yeetel u paalalo’ob xan ken xi’iken".
("Soy Garra de Jaguar, hijo de Cielo de Pedernal. Mi Padre cazó en este bosque antes que yo. Mi nombre es Garra de Jaguar. Soy cazador. Este es mi bosque. Y mis hijos cazarán en él con sus hijos, después de que yo me muera").

Garra de Jaguar suelta este speech fuera del alcance de las flechas de sus perseguidores tras haberse lanzado por la cascada. Desafía a los guerreros para que, si tienen valor, entren en su bosque y le den caza o él les cace a ellos.
Los perseguidores aceptan el reto.

Garra está en su medio selvático, en su terreno conocido de caza, maneja el entorno y sus recursos donde puede poner en práctica todos sus conocimientos y los consejos de su padre.
Vence el miedo que hasta ahora le estaban infligiendo sus perseguidores, ese miedo que le ha hecho ser fuerte y ágil; escapar de un jaguar y aguantar una larga carrera perseguido por sus enemigos.

Dispone y aprovecha de medios de defensa que conoce que van eliminando paulatinamente a sus enemigos.
Acaba de terminar con uno de ellos que tras ser picado por las abejas silvestres que él había lanzado, iba un poco tambaleante y Garra se encarga de acabar con él aguijoneándole con dardos envenenados.

A la vez, en todo este contexto, nuestro héroe está todo el rato pensando en salvar su vida para rescatar a su mujer e hijo, a punto de ahogarse en el pozo por la intensa lluvia que amenaza con llenarlo de agua, justo también en el momento en que Siete, mujer de Garra, da a luz.





Finalmente es alcanzado por los dos últimos perseguidores sobrevivientes en una playa, donde éstos no se deciden a matarle en el último momento debido a un acontecimiento fortuito e insólito: contemplan asombrados que cuatro grandes naves están fondeadas en la bahía. Unos hombres barbudos de piel blanca, vestidos con ropajes oscuros y protegidos con brillantes armaduras de metal, se acercan en varias chalupas.
Son los descubridores de las Indias, los conquistadores españoles.
Garra aprovecha el asombro de todos y se da la vuelta para ir salvar a su familia.
Serán los propios españoles los que probablemente acaben con los últimos perseguidores de Garra.

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