miércoles, 5 de diciembre de 2012

¡Odiiinnn!

Cuando un vikingo va a morir, quiere hacerlo siempre con una espada en la mano invocando a Odín, es la única forma de que pueda alcanzar el Valhalla, el paraíso de los vikingos, como un guerrero.
Odín como dios de la guerra, escucha el grito de su guerrero heroico que muere en batalla y envía a sus hijas, las valquirias, a recogerlo y sentarlo a su lado, desde donde él preside los banquetes en los que todos los espíritus de sus guerreros, son entretenidos por las propias valquirias, comen, beben y guerrean eternamente entre ellos.

Normal que nuestro vikingo quiera tener la espada en la mano para morir tranquilo y estar toda la vida eterna borracho y disfrutando de las hijas de Odín. Surge la duda de si no puedo alcanzar la espada porque está herido de muerte o porque como sólo tiene un ojo pues tiene un poco difuso el condepto de la profundidad y no acierta bien.


Y ese emotivo funeral que le dispensan al vikingo, dándo fuego al drakkar con su cadaver, es bonito y emocionante si, con esa cantidad de flechas que tiran al mar, como hagan eso con cada vikingo que muere, se quedan sin flechas, sin barcos y sin fuego.

Pues si que parece que existía una modalidad de funeral donde se metía al muerto en un barco-tumba que se depositaba en el mar y se dejaba que navegara a la deriva, no sin antes prenderle fuego a la embarcación, no se si lo de las flechas será realidad pero queda muy épico-emotivo. La idea también era que el humo alcanzase la máxima altura posible para que llegase hasta el cielo.

La muerte se veía como un viaje y se acompañaba al muerto de sus enseres personales y bienes más preciados para su uso posterior en la otra vida, armas, animales o incluso sirvientes.



Recordad que esto no se podría hacer por aquí porque el aire de la bocana no dejaría que el drakkar saliese a la mar y lo empujaría remontando río adentro hasta las minas de Arditurri....por lo menos.

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