Qué grandes lobos de mar hemos perdido con la caída de la Union Soviética, esa flema y tranquilidad, un torpedo a punto de destruir el Octubre Rojo y siempre con la sensación de tener controlados los tiempos de todo, el torpedo, el macizo, la ruta, el viraje, las sonoboyas, tiempos de impacto, el acojono de los marineros y oficiales......
El capitán Marko Reimius, el maestro, lo tiene siempre todo controlado.
Y esas caras de todos los miembros de la tripulación de respeto y admiración hacia el maestro, después de todo el cague que pasan y que gracias a su buen hacer están salvados......a pesar de ser un puto traidor a su Madre Rusia.
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