martes, 9 de octubre de 2012

Los almogávares

"Estas gentes que se llaman Almogávares no viven más que para el oficio de las armas. No viven ni las ciudades ni las villas, sino en las montañas y los bosques, y guerrean todos los días contra los Sarracenos: y penetran en tierra de Sarracenos una jornada o dos, saqueando y tomando Sarracenos cautivos; y de eso viven. Y soportan condiciones de existencia muy duras, que otros no podrían soportar. Que bien pasarán dos días sin comer si es necesario, comerán hierbas de los campos sin problema. Y los adalides que los guían conocen el país y los caminos. Y no llevan más que una gonela o una camisa, sea verano o invierno, y en las piernas llevan unas calzas de cuero y en los pies unas abarcas de cuero. Y traen buen cuchillo y buen correa y un eslabón en el cinto. Y trae cada uno una buena lanza y dos dardos, así como una panetera de cuero a la espalda, donde portan sus viandas. Y son muy fuertes y muy rápidos, para huir y para perseguir; y son catalanes y aragoneses y sarracenos".

Esta es la descripción que nos hace de los almogávares Bernat Desclot, un historiador catalán que vivió en la segunda mitad del siglo XIII en su crónica.: "Libre del rei en Pere e dels seus antecessors passats, cap. LXXIX".



En el año 1245 los reyes de Aragón, en su "reconquista" de la península Ibérica, llegaron a Alicante, hasta el punto donde el río Segura se encuentra con el mar, y la dieron por concluída ya que por el sur y por el oeste, los castellanos ya se encontraban allí y se encargarían ellos de terminar la conquista del territorio ibérico que quedaba en manos musulmanas.

El problema es que los belicosos catalanes, aragoneses y valencianos no quería dejar de guerrear y conquistar nuevas tierras. Mientras abrevaban sus caballos en las aguas del Segura, pusieron sus ojos sobre el ancho mar que tenían enfrente: el Mediterráneo, un océano de oportunidades al alcance de su mano que no iban a dejar escapar.

Y aquí llegamos a la parte en que los almogávares entran en la historia. En la península ibérica, las primeras noticias sobre ellos empiezan a darse a principios del siglo XIII, cuando escuadrones de unos doce hombres cada uno, comandados por un "almugaten", o si era una operación de mayor envergadura por un adalid, solían hacer incursiones de uno o dos días en tierras musulmanas.

Llegaron a ser una numerosa hueste y así, entre los años 1284 y 1286, unos 15.000 almogávares, al mando del almirante de la flota de la Corona de Aragón y de Sicilia, Roger de Lauria, participaron en la batalla del collado de las panizas.


La estatua en homenaje a Roger de Lauria en Tarragona.





El rey Pedro el Grande utilizó este novedoso cuerpo de ejército, que dió tan buen resultado en las guerras contra los moros en la península Ibérica, en las conquistas de Mallorca y Sicilia.

En Sicilia, el hijo de Pedro el Grande, Federico II, puso al mando de las tropas almogávares a Roger de Flor, con el que consolidaron el dominio sobre la isla y la conquista de algunas ciudades de la costa de Asia Menor. Ayudaron al Imperio Bizantino contra los turcos y llegaron a fundar algunos ducados, como el de Atenas.

Roger de Flor fue un antiguo caballero templario que entró como caudillo mercenario al servicio del rey de Aragón tras haber sido expusado del Temple porque supuestamente había robado tesoros de la orden de los templarios.



Aquí vemos la estatua que homenajea a Roger de Flor en Tarragona.




Programa radiofónico sobre la vida de Roger de Flor en el programa de Juan Luis Cebrián, La rosa de los vientos en Onda cero.





En definitiva los almogávares fueron los soldados mas bravos y temibles de la época, unas tropas ligeras de choque de la Corona de Aragón formadas por infantería ligera, armados con lo justo pero que se movían con sorprendente agilidad en cualquier campo de batalla.
No está claro el origen de la palabra almogávar: origen árabe "al-mugāwir", el que realiza una expedición; "al-mujābir", el portador de noticias o una tercera teoría sostiene que viene del adjetivo "gabar", que se traduce como orgulloso o altivo.
Estaban integradas principalmente por oficiales aragoneses y catalanes, y una tropa que provenía de las serranías ibéricas y de los valles del Pirineo donde eran reclutados muy jóvenes, casi niños. La vida que llevaban era durísima: sometidos a mil privaciones, dormían al raso y comían un día sí y tres no. Su lengua de habla y comunicación exclusivamente eran el aragonés y el catalán, jamás se comunicaron en castellano.

En la época de mayor actividad procedían de toda la Corona de Aragón, incluidos valencianos, mallorquines, sicilianos, sardos, calabreses, occitanos e incluso griegos y turcos, así como gallegos y asturianos que se unieron a las tropas del rey de Aragón durante la expedición por el imperio bizantino.

Fueron unas tropas activas en el Mediterráneo entre los siglos XIII y XIV que actuaron como mercenarios al servicio del rey de Aragón. Combatían a pie, con armas y bagajes ligeros, generalmente con un par de lanzas cortas (azconas) que lanzaban con tanta fuerza que eran capaces de atravesar los escudos del adversario, un cuchillo largo (llamado "coltell") y a veces un pequeño escudo redondo como única defensa. Llevaban la barba crecida y vestían pobremente, únicamente un camisón corto (tanto en verano como en invierno), llevaban un grueso cinturón de cuero y calzaban abarcas también de cuero. Además siempre llevaban consigo una buena piedra de fuego, con la que antes de entrar en batalla solían golpear sus armas, por lo que estas echaban unas enormes chispas, que unidas a sus terribles gritos, aterrorizaban a sus enemigos.
Entraban en combate al grito de "Desperta Ferro! Matem, matem" y se lanzaban sobre el enemigo como auténticos diablos.
Vivían por y para la guerra, o vencían o morían: no había término medio. A sus enemigos se les helaba la sangre en la venas ya que no daban cuartel en el combate, no hacían prisioneros y mataban a todos. Vivían de lo que saqueaban al vencido tras haberlo aniquilado.


Una narración del origen y descripción de los almogávares con imágenes de la película "Tirant lo blanc" de Vicente Aranda.




Aquí vemos una batalla de los almogávares recreada también en "Tirant lo Blanc".






Y con todo esto nos hacemos a la idea de lo que la historia ha podido desentrañar sobre los almogávaes. Nos queda la sensación de que eran unos rudos montañeros que fueron contratados como mercenarios y corsarios al servicio de los reyes de Aragón, aprovechánose de su salvajismo para destrozar a las tropas enemigas, unos matarifes que no dejaban a nadie con vida y que subsistían con todo lo que robaban a sus asesinadas víctimas.

Pero la historia como muchas otras veces se confunde y tergiversa los hechos, queriéndonos hacer ver a estos heroícos combatientes como lo que no son.

La mejor descripción en unas pocas palabras sobre lo que es un almogávar nos la cuenta el capitán de navió de la marina española, Don Pedro Churruca, descendiente de Cosme Damián Churruca, al cual denomina, "el más sabio y valeroso marino de su época".
Nos encontramos en el año 1898 y Don Pedro se encuentra en el jardín de su finca, sentado entre sus hijos José, Pedro e Isabelita, viendo un libro de fotografías y estampas antiguas, y transmitiendoles el espíritu inherente al apellido Churruca, que es el espíritu de los almogávares: "guerreros elegidos, los más representativos de la raza española: firmes en la pelea, ágiles y decididos en el maniobrar".

Esto si que es una descripción histórica de lo que es un almogávar.



Os transcribo toda la narración-diálogo para que no os perdáis nada:

- Don Pedro: Y estas son las naves de Roger de Lauria, el gran almirante de Aragón a cuyas ordenes brilló como nunca la célebre ballestería catalana. De él son aquellas arrogantes palabras dirigidas al rey de Francia... "Que ni nao, galera, ni siquiera pez podría asomarse a la mar, que no llevase grabado en su cola el escudo de Aragón".
Este es Roger de Flor, el célebre caudillo de los Almogávares que paseó triunfante hasta el fondo del Mediterráneo los colores de nuestra bandera de hoy.

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El hijo bueno Churruca: Papá ¿qué son los almogávares?

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Don Pedro (sonriente ante la sana curiosidad de su hijo): Eran guerreros elegidos, los más representativos de la raza española, firmes en la pelea, ágiles y decididos en el maniobrar. Su valor no es igualado en la historia por ningún otro pueblo...

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El hijo bueno Churruca (pensativo y nostálgico): ¿Cómo no hay ahora almogávares?

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Don Pedro (con vista perdida y aire mesiánico): Cuando llega la ocasión, no faltan. Sólo se perdió tan bonito nombre. Pero almogávar será siempre el soldado elegido, el voluntario para las empresas arriesgadas y difíciles, las fuerzas de choque o de asalto... 

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