lunes, 26 de noviembre de 2012

¡Fulminad a esos cabrones!

El embajador y su familia están acojonados dentro de la embajada de los EE.UU porque una turba de manifestantes agresivos ha empezado a poner cerco al edificio y amenazan con entrar a saco y cargarse todo bicho viviente estadounidense, claro.


Nos encontramos hacia el año 2000 en Yemen, al sur de la península arábiga, una zona habitualmente de amistad manifiesta hacia los norteamericanos.


Pero por supuesto no pasa nada, el embajador ha solicitado ayuda y desde el océano Índico acude una de sus poderosas naves, en este caso el Wake Island, siempre dispuestas a defender al mundo y sobretodo salvar a los suyos, mas si es el representante de su país con su familia.




Un día el Wake Island recibe la orden de dirigirse al mar Rojo, al golfo de Aden.




El coronel Terry Childers es un veterano marine, considerado un héroe por su experiencia en el campo de batalla y condecorado por sus heroicidades en el Vietnam, Beirut y en la guerra del Golfo.
Ha sido trasladado al Wake con el mando de la 24ª unidad expedicionaria de marines, apoyo de operaciones especiales y recibe la orden de intervenir en lo que en teoría es un trabajo fácil: defender la embajada de los EE.UU en Yemen del grupo de manifestantes, que empiezan a ponerse pesados.

Su misión: conducir hasta allí a un escuadrón de marines especialistas en antiterrorismo para reforzar la seguridad de la embajada; orden de evacuar al embajador y a toda su familia si la situación así lo requiere.

A las pocas horas el coronel y su escuadrón aparecen con los helicópteros en la capital de Yemen, en Sana´a.





La misión no es tan sencilla como parecía, mas que reforzar la seguridad de la embajada, la situación es la de rescatar al embajador y a su familia de una multitud enfurecida de manifestantes que arrojan todo tipo de objetos contra el edificio, incluyendo cócteles molotov y francotiradores cosiéndoles a balazos desde los edificios próximos.



Ese gran momento de ir a arriar la bandera no tiene precio, todos a punto de largarse, el embajador cagándose en los pantalones y nuestro amigo el coronel no puede dejar la insignia nacional a manos de la turba una vez que abandonen la embajada.

Después de eso, la masacre final con mas de ochenta yemenitas muertos, también es verdad que ellos habían herido a dos marines y matado a otro de ellos.

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